lunes, 6 de febrero de 2012

Sobre el aparente estancamiento de la cultura occidental

Este gélido domingo pasado estaba yo fumándome un cigarro a la intemperie en mi Madrid natal y, con eso del frío, me sorprendí pensando en una noticia que, un par de días atrás, había visto en el Telediario de TVE. La noticia en cuestión hablaba de que un equipo de investigadores había descubierto un tipo de grasas pardas en humanos que, en condiciones de frío (de ahí que me acordase de la noticia) o actividad física, contribuían a quemar la grasa blanca acumulada en el tejido adiposo. Al hilo de dicha noticia y con el cigarro aún entre mis entumecidos dedos, recordé que cuando estudiaba Biología en la universidad, hacia principios de los 90, ese concepto de grasas pardas y su relación con la grasa blanca ya se conocía. De modo que, sin querer, me encontré haciéndome la siguiente pregunta: ¿qué novedad aportaba dicho descubrimiento sobre lo que ya se sabía dos décadas atrás? La búsqueda de una respuesta para esta pregunta me llevó a reflexionar sobre ciertos acontecimientos que vienen sucediendo de un tiempo a esta parte en el mundo y que no hacen más que incitarme a sospechar que la civilización occidental cada vez se asemeja más al concepto de civilización que representa la realidad virtual recreada en la película Matrix: un mundo que parece estancado en su avance, como si hubiese llegado a un punto de desarrollo tecnológico, cultural y social a partir del cual no se pudiera ir más allá.

No es que piense que nos sucede lo mismo que en la película antes citada: que vivimos un mundo que no es real, ni mucho menos, sino más bien que la situación socio-económica y política de la civilización occidental está lastrando un desarrollo que podría ser mucho mayor de no existir ciertos intereses supranacionales por parte de la élite que maneja la economía mundial. Ejemplos de lo que digo, además de ciertos “novedosos” descubrimientos científicos de cosas que ya se conocían (como lo de la grasa parda), son las recurrentes intervenciones militares en Oriente Próximo en pro de la democracia o el tema de las energías renovables que llevan décadas siendo la eterna alternativa al petróleo que solucionará la crisis energética y ecológica en la que, cada vez más, estamos hundiendo al planeta y que, efectivamente, a día de hoy no dejan de ser una promesa sin cumplir. Podría hablar también de los avances en la curación y/o erradicación del planeta de ciertas enfermedades que, sí, parece que se avanza pero, al final, casi que nos encontramos en el mismo punto que hace dos décadas.

Al final, a la conclusión que llego es, como antes había apuntado, que los intereses económicos de unos pocos han condenado al estancamiento al resto de la Humanidad. Se me ocurre pensar que, posiblemente, esta sea una de las ideas que alimenta al inconsciente colectivo que mueve a la gente a cuestionar el sistema y revelarse contra él en los convulsos tiempos que nos está tocando vivir. En definitiva, hay cada vez más gente en el mundo que se está dando cuenta de que algo no funciona como debería.

Curiosamente, la Humanidad ya pasó por una situación similar a ésta hace siglos. Los historiadores llamaron a ese periodo Edad Media y, en aquel caso, la élite que controlaba los designios del mundo occidental estaba compuesta por la Iglesia de Roma y las grandes realezas que gobernaban en Europa. Aparentemente, el estancamiento científico y cultural de aquella época fue más fruto de una cuestión ideológico-religiosa, en cuya punta de lanza se hallaba la Iglesia Católica, que económica pero, de todas formas, en la Edad Media el dinero también era importante y quien lo controlaba eran, cómo no, la Iglesia y la realeza y, al final, se hacía lo que ellos decidían, eso sí, siguiendo los preceptos de la fe católica. En realidad, actualmente sigue ocurriendo algo muy similar, sólo que esta vez los intereses ideológico-religiosos se presentan en forma de capitalismo, una religión que rinde culto al dinero o, más bien, al poder económico y que, por tanto, aúna ambos intereses: el control de las mentes y el control de la riqueza. 

Evidentemente, todo esto no deja de ser más que una elucubración mía que no sé si será acertada o no. Me gustaría pensar que no y que, simplemente, es un bache más sin mayor importancia en el avance de la cultura humana, aunque sólo sea por el hecho de que, siguiendo con el paralelismo con la Edad Media, siempre he creído que el fin de dicho periodo de oscuridad o, mejor, de estancamiento intelectual, vino de la mano de la pandemia de peste negra que barrió a un tercio de la población europea sin hacer distinción de nivel cultural, económico o de credo. Esto significaría que, con esta perspectiva, no habría que descartar en un futuro no muy lejano, dada la sobrepoblación que actualmente soporta el planeta, que la única salida posible al presente periodo de estancamiento sea una reducción drástica, por no decir catastrófica, de la población humana.

En fin, dicho esto y en vista de lo preocupante del asunto, creo que me fumaré un cigarro. No obstante, un último consejo: ante todo, que no cunda el pánico.

2 comentarios:

  1. Interesante post. Tus elucubraciones son similares a las mías, así que pienso que no vas muy desencaminado. Si es triste o no el futuro que nos aguarda depende de lo que quiera cada uno por futuro. La futura "peste negra" tendrá lugar en algún momento que seguramente viviremos, la duda es si será otra pandemia, una 3ª Guerra Mundial o una guerra bacteriológica.

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    1. Sospecho, Sergio, que hay bastante gente que piensa igual que tú o que yo. En cuanto a lo del futuro, pienso que, en sí, ni es triste ni prometedor sino que, simplemente, es futuro (para unos mejor que para otros, eso sí). La naturaleza tiene sus propios métodos para regular los desequilibrios poblacionales de las especies que sostiene y tanto la peste como las guerras no dejan de ser parte de esos mecanismos (aunque aparentemente la guerra sea algo provocado por el hombre... sería algo parecido a los suicidios en masa de legmings), así que es de esperar que más pronto que tarde ocurra algo que reequilibre la balanza poblacional humana y, como tú dices, es posible que lo veamos y, por probabilidad y aunque suene pesimista, no salgamos bien parados de ello.

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