jueves, 20 de enero de 2011

Eclosión

Aquí comienza mi blog... que ya era hora. Llevaba meses dándole vueltas y, finalmente, he dado el paso, supongo que por aquello de que año nuevo, vida nueva y nuevos propósitos. El caso es que si no me veía muy convencido era porque no andaba yo muy fino estos últimos años en esto de escribir, de reflexionar y de crear, como si después de más de una década escribiendo canciones y otras hiervas se me hubiese secado el pozo de la creatividad o me hubiesen abandonado las Musas. Pero, en fin, supongo que todo es ponerse.
El caso es que esto es el comienzo de algo, no sé si grande pero sí espero que útil y entretenido, al menos para mí. Y espero que pueda servirme para volver a atraer a esas Musas que se olvidaron de mi. De momento y para romper el cascarón, empezaré publicando escritos que hice en un pasado remoto y  olvidado, cuando todo sin duda era mejor y, en concreto, esta primera entrada se la dedicaré a algo que escribí hace ya casi dos décadas y que hoy me ha servido para darle nombre a este blog; algo que en principio quería ser la letra de una canción pero se quedó finalmente en una especie de creación poética en prosa y que no deja de ser, en realidad, una descripción surrealista y bastante fiel del concepto que tengo de mi mismo:
ESPARTO
Con el hastío de alguien que se sabe caduco y anodino, así me dejo ver entre los poros de esta vulgar tela de esparto y, sin embargo, que feliz me siento de conocer la justa medida de mis posibilidades.
Aprendo de tu presencia como un perro aprende de su amo a saborear y a deleitarme con la amarga hiel de cada instante.
La fría oscuridad de tu mirada me hace recordar que sigo vivo aunque jamás me había visto tan hundido como ahora.
Veré pasar las noches y... ¿sabré esperar mi hora?
Pero mientras siga el grifo goteando siempre habrá alguien que sepa cerrarlo y, aunque haya mil puertas abiertas, siempre estaré yo para cerrarlas, esperando a que pase la noche, escondido tras mi insulsa tela de esparto.
Aprenderé de tu presencia como un perro aprende de su amo a saborear y a deleitarme con la amarga hiel del desencanto.
Viendo pasar las noches, sabré esperar mi hora.

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