martes, 31 de enero de 2012

“LOBO ES EL HOMBRE PARA EL HOMBRE...”

Cuando el borrego toma conciencia de pertenecer sin remisión al rebaño de borregos y de que está destinado a hacer lo que haga la masa que sigue al pastor pues, si se le ocurre salirse del grupo, sabe que le espera el perro que guarda el rebaño, ¿qué opciones le quedan?

¿Enfrentarse al perro sabedor de la desigualdad de condiciones en una lucha suicida?

¿Intentar convencer al resto de borregos que, en realidad, están más pendientes de seguir al pastor o de que no les muerda el perro que de otra cosa, para que se unan a su causa?

¿Aceptar su destino y esperar a que le llegue el turno de ser esquilado o sacrificado por “una buena causa” (para engordar al pastor y a su familia), como el resto de sus compañeros de rebaño?

Así estamos y así es el panorama que nos concierne actualmente en Europa. No hay que ser muy avispado para darse cuenta de ello y, sin embargo, una parte importante del rebaño aún no se ha percatado de que los pastores nos llevan al matadero y otra parte no menos importante, los que somos conscientes de ello, estamos demasiados preocupados en no enojar a los perros de los pastores, ya sea por miedo o por prudencia.
Los borregos son borregos y no lobos precisamente porque no son conscientes de su fuerza como número y piensan que lo que hacen está bien porque el de al lado también lo hace... y así les va. La “filosofía” de supervivencia del borrego es la de rodearse de cuantos más compañeros mejor. En realidad es la estrategia adaptativa que toman los individuos de cualquier especie que actúa como depredada en la naturaleza porque la evolución ha demostrado que, unida a la de la fuerza del número, es la que más éxito tiene frente a los depredadores. A los humanos nos pasa algo parecido, con la única diferencia de que somos los propios humanos y no los individuos de otra especie los que actuamos de depredadores de nosotros mismos. Los que ejercen el poder y tienen el control de los recursos actúan como lobos que pastorean y depredan al grueso del rebaño, a cuyos miembros no les queda otra que buscar la protección de la masa, cuanto más en el centro del rebaño (campana de Gauss), mejor.

En fin, basta ya de pensar que es hora de retomar el camino al matadero.

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